El pretendido Hombre de Piltdown |
A finales del siglo XIX y comienzos del XX, surgió una especie de competición oficiosa entre varios países para ver cuál era el que tenía el fósil más antiguo o más representativo. Alemania tenía a los neandertales, Francia y España contaban con importantes estaciones rupestres. Sin embargo, Reino Unido no tenía nada que ofrecer al respecto, y eso que era la cuna de origen del padre de la evolución.
En 1908, unos trabajadores de la cantera de Piltdown (un pequeño pueblo de Sussex, en Reino Unido), alertaron al letrado y pseudoarqueólogo Charles Dawson de la aparición de unos fósiles en la cantera, restos óseos de fauna y piezas de sílex mayormente. Dawson fijó su atención en un fragmento de mandíbula con rasgos arcaicos, que fue a parar a manos del paleontólogo Smith Woodward.
Ambos decidieron acudir personalmente al lugar del hallazgo, encontrando un fragmento de mandíbula de aspecto simiesco, a diferencia del cráneo. Dada la fragmentación de la pieza, resultaba difícil determinar si pertenecía a un humano o a un simio.
Woodward reconstruyó el cráneo y la mandíbula por su cuenta, casi en secreto, llegando a la conclusión de que se encontraba en presencia del famoso y buscado "eslabón perdido" de la cadena evolutiva, un individuo a mitad de camino entre los primates y los humanos. Por fin Gran Bretaña tenía su fósil, y no cualquier fósil!!!
En 1912, Dawson y Woodward dieron a conocer su hallazgo a la comunidad científica, la cual recibió la noticia con alborozo: habían descubierto una nueva especie, el Eantrhopus dawsoni. Un año después, el jesuita Teilhard de Chardin descubrió un canino que, al igual que ocurría con la mandíbula, presentaba un aspecto simiesco pero con un desgaste que le aproximaba a los humanos, lo que parecía confirmar la hipótesis de los primeros. Así pues, el eslabón perdido era británico...
Pero no todos los científicos aceptaron sin reservas el descubrimiento y su presunta identificación. Posteriores hallazgos y los progresivos avances en el conocimiento de las especies alertaron a algunos estudiosos acerca de la "rareza" del cráneo de Piltdown. Sometido a varios métodos científicos de datación, como la fluorina y el carbono 14, resultó que su cronología no era ni mucho menos la inicialmente supuesta de medio millón de años, sino como mucho de 50.000, lo que echaba por tierra las teorías de sus descubridores.
Posteriores estudios confirmaron que el cráneo y la mandíbula pertenecían a épocas diferentes. Examinados detalladamente los distintos restos, se pudo comprobar como algunas piezas habían sido tratadas artificialmente para modificar su color a fin de que aparentasen mayor antigüedad, al igual que se había hecho con el desgaste de las piezas dentales, sometidas a una manipulación a través de la lija. En conclusión: la mandíbula pertenecía a un orangután, el cráneo a un humano moderno y los dientes a un chimpancé...
Posteriores estudios confirmaron que el cráneo y la mandíbula pertenecían a épocas diferentes. Examinados detalladamente los distintos restos, se pudo comprobar como algunas piezas habían sido tratadas artificialmente para modificar su color a fin de que aparentasen mayor antigüedad, al igual que se había hecho con el desgaste de las piezas dentales, sometidas a una manipulación a través de la lija. En conclusión: la mandíbula pertenecía a un orangután, el cráneo a un humano moderno y los dientes a un chimpancé...
Quién o quienes fueron los responsables del fraude, y cuál fue su motivación, merece una segunda parte.
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