La Venus del espejo. Velázquez, National Gallery (Londres) |
La Venus del espejo es un lienzo del maestro Velázquez, pintado hacia 1647, representando un conocido tema mitológico con un tratamiento mundano, una característica que Velázquez hace servir en otras de sus obras como Las Hilanderas. De hecho, la ausencia de los atributos clásicos de la diosa y su figuración como morena en contra de la representación tradicional, podía haber hecho surgir dudas respecto a la identidad de la figura femenina representada, dudas que quedan inmediatamente solventadas por la presencia de Cupido sujetando el espejo en el que se adivina el rostro de la divinidad.
El cuadro pasó por varias manos, entre ellas la casa de Alba o Manuel Godoy, hasta llegar a su actual destino, la National Gallery de Londres. A principios del siglo XIX, con España sumergida de pleno en la Guerra de la Independencia, los actos de expolio del patrimonio artístico se sucedían. Uno de los casos más desoladores de expolio fue la sustracción de la colección pictórica que Godoy había amasado durante sus años de poder, colección que incluía la Venus del Espejo o el Cristo Crucificado de Velázquez. Entre 1808 y 1810, las tropas francesas de Murat arrasaron el palacio de Godoy, haciéndose con sus obras, muchas de las cuales acabaron finalmente en Inglaterra.
Al margen de sus avatares, el lienzo fue objeto de un ataque en 1914. El 10 de marzo, la sufragista británica de origen canadiense Mary Richardson, armada con un hacha corta, entró en la Galería, rompió el cristal que protegía el cuadro y asestó 7 puñaladas a la representación de la diosa, al parecer en protesta por el arresto de otra compañera sufragista.
Afortunadamente, los daños fueron controlados, y la pintura pudo ser restaurada con éxito. La agresora fue condenada a seis meses de prisión; en una entrevista concedida años después, manifestó que "no le gustaba la manera en que los hombres que visitaban el museo permanecían asombrados todo el día frente al cuadro". El tratamiento dado al ataque en la prensa del momento resultó entrañable: no se hablaba de "daños", sino de "heridas", como si la víctima fuese una mujer real...
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