Mucho antes del siglo XVIII, comenzaron a aparecer en la Alcazaba de Granada objetos antiguos. A mediados de ese siglo, el protagonista de esta historia, el religioso Juan de Flores, empezó a adquirir algunas de esas antigüedades para su propia colección. Hijo de un militar francés que combatió en España a las órdenes de Felipe V, adquirió cierta reputación en la región como erudito local, lo que aprovechó para pedir una licencia de excavación en la parte más antigua de Granada, la Alcazaba. Las excavaciones comenzaron en enero de 1754, hallándose las ruinas de un gran edificio que se identificó con un templo romano, así como multitud de inscripciones, estatuas, capiteles, etc. Una vez asegurado el favor del rey Fernando VI, los trabajos prosiguieron a buen ritmo, aumentando día a día la cantidad de hallazgos de todo tipo. Pronto se despertó la curiosidad popular, al tiempo que aumentaba la reputación de Juan de Flores; y pronto surgieron también las suspicacias de algunos eruditos de prestigio tanto en España como en el extranjero, extrañados ante el cúmulo de descubrimientos que se sucedían en la zona.
Flores insistía en relacionar los hallazgos con el antiguo asentamiento íbero de Iliberri, un poblado fundado aproximadamente 500 años antes de Cristo, que se convirtió en municipio con la llegada de los romanos a la Península Ibérica. Y fue precisamente esa presunta vinculación con el pasado remoto de Granada lo que favoreció el fraude: una vez más, el uso de la arqueología con fines políticos como forma de justificar privilegios antiguos y dotar de legitimidad a una nueva dinastía monárquica otorgó -siquiera por un tiempo- cobertura involuntaria a la actividad ilegal.
El recurso a la Antigüedad como forma de vincular la monarquía con el pasado glorioso; la iniciativa de redactar una nueva Historia nacional encomendada a la Real Academia de la Historia; la reivindicación del origen cristiano de Granada, y la propia ambición de Flores, condujeron a mezclar lo original con lo falso.
Así, Flores y sus compinches falsearon todo tipo de objetos. Su equipo los introducía por la noche en la excavación para que fueran hallados al día siguiente por el grupo de obreros, presuntamente desconocedores del fraude, para alborozo y asombro de todos. Ciertamente los lugares escogidos por Flores para las excavaciones resultaron muy acertados, proporcionando mucha información sobre la Granada preislámica. Y ciertamente muchos de los objetos hallados resultaron ser auténticos. De hecho, la mezcla de objetos auténticos con otros falsos es una de las estrategias habitualmente empleadas por los falsificadores de obras de artes para hacer más verosímiles los hallazgos. Y en el caso granadino se utilizaron las técnicas habituales tales como el envejecimiento artificial de las piezas.
Tras años de trabajos y descubrimientos -auténticos algunos, falsos otros-, Flores fue delatado por uno de sus colaboradores y detenido en junio de 1774. Sometido a juicio, Flores reconoció todos sus fraudes, y fue condenado en 1777 a la pena de 5 años de reclusión, posteriormente reducida a la mitad por el rey. Se acordó asimismo la destrucción de todo aquello que se reputó falso, la cubrición de las ruinas descubiertas y la prohibición de ulteriores investigaciones en el lugar.
https://www.youtube.com/watch?time_continue=32&v=5xZAtpLGyME
No hay comentarios:
Publicar un comentario