sábado, 6 de mayo de 2017

INCENDIO EN EL ALCÁZAR DE MADRID: ¿un accidente? (2ª parte)

La familia de Felipe V, Jean Ranc, 1723
El Alcázar Real de Madrid contenía una valiosa colección de obras de arte, muchas de las cuales conocemos gracias a los inventarios realizados en los años 1600, 1636, 1666, 1686 y 1700, además de los realizados con posterioridad al incendio en 1734 y tras la muerte de Felipe V. 

Se cree que a fecha del siniestro el palacio guardaba cerca de 2000 pinturas, de las que se perdieron más de 500, entre estas últimas La expulsión de los moriscos de Velázquez y 3 de los 4 cuadros de una serie mitológica que pintó hacia 1659, de la que solo se salvó Mercurio y Argos. Las Meninas se pudo rescatar al ser lanzado el lienzo por la ventana, sufriendo leves daños que pudieron ser restaurados sin complicaciones mayores. 

Innumerables obras se perdieron de Rubens, entre ellas el retrato ecuestre de Felipe V que se ubicaba en el Salón de los Espejos justo enfrente del retrato de Carlos V en Mühlberg de Tiziano, el cual sí pudo ser rescatado aunque un tanto oscurecido en la parte inferior por el humo; el Rapto de las Sabinas, etc. 

También Tiziano sufrió pérdidas, como la serie de Los Doce Césares del Salón Grande, conocida actualmente gracias a unas copias y grabados. Dos de las cuatro Furias se quemaron (las otras 2 se pueden contemplar hoy en el museo de El Prado).

A la lista hay que sumar obras de Tintoretto, Ribera, El Bosco, Veronés, Van Dyck, El Greco, Correggio, etc. Y suerte que una parte de la colección pictórica había sido trasladada a un palacio cercano como consecuencia de las obras que se estaban llevando a cabo en el Alcázar.

Documentos pertenecientes al Archivo de las Indias, Bulas pontificias y manuscritos de innegable valor histórico fueron también pasto de las llamas.

Extinguido el incendio, el edificio quedó en estado de ruina absoluta. Cuatro años después, Felipe V ordenó la construcción del actual Palacio Real.

Y, para finalizar, un poco de "leyenda negra": el nada disimulado desagrado que Felipe V manifestaba continuamente hacia su residencia oficial; el hecho de aprovechar como excusa las reformas del palacio para justificar la ausencia de la familia real y de la Corte en unas fechas tan señaladas (no olvidemos que era Nochebuena) y trasladar igualmente algunas obras a otra residencia, han hecho pensar a muchos durante estos siglos en la posible implicación cuanto menos indirecta del propio rey en el incendio, una forma rápida y drástica de construirse una nueva residencia más acorde a sus gustos versallescos. Pero solo es leyenda...

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