sábado, 18 de marzo de 2017

DAMNATIO MEMORIAE: si no es políticamente correcto, lo borramos!

Relieve repicado del faraón Hatshepsut
La damnatio memoriae es una locución latina que significa "condena de la memoria". Si bien la expresión no aparece como tal hasta el siglo XVII, la práctica de esta especie de muerte civil se remonta a la antigüedad, con ejemplos entre los asirios, los babilonios, los persas, los egipcios y los romanos.

El castigo se aplicaba tras la muerte de la persona, y consistía en borrar del recuerdo todo rastro del condenado, eliminando de la memoria oficial y colectiva toda referencia: se borraban las inscripciones, se destruían las estatuas, registros y documentos, se retiraban de la circulación las monedas con la efigie del afectado y, como no, se confiscaban sus bienes.

La lista de emperadores romanos que sufrieron la condena de la memoria es larga: Domiciano, Majencio, Maximiano, Cómodo o Geta, cuya imagen fue borrada por su hermano Caracalla en las "fotos familiares":

La familia de Severo, con la imagen borrada de Geta al lado de su hermano Caracalla

Todo lo que pudiera recordar al condenado al olvido era objeto de destrucción y/o desfiguración, una mutilación artística con clara intencionalidad política: condenar al olvido a los personajes que se habían salido del guión.

Egipto cuenta con dos conocidos casos de damnatio memoriae: Hatshepsut y Akenatón. La primera, por osar revestirse de los atributos formales del faraón cuando era regente en nombre de su sobrino e hijastro Tutmosis III, menor de edad, quien tras su mayoría de edad relegó a su tía/madrastra al olvido. El segundo, por atreverse a instaurar un culto monoteísta en un país de ancestral tradición politeísta, lo que provocó la ira del poderoso clero de Amón.

A la vista de los resultados, cabe preguntarse si realmente el método era eficaz: pese a los intentos que unos y otros hicieron para eliminar de la historia a estos personajes, hoy en día sabemos que existieron, quienes eran y porqué fueron condenados al olvido. Todos los esfuerzos para borrarles del registro oficial no han impedido que conozcamos a Hatshepsut, a Cómodo, a Majencio y tantos otros...



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