jueves, 7 de septiembre de 2017

FALSIFICACIONES VI: reliquias (1ª parte)



El culto a las reliquias existe desde épocas ancestrales, adquiriendo un gran auge las reliquias cristianas durante la Edad Media. El contacto o incluso la mera contemplación de los restos de Santos y mártires obraba milagros, según las crónicas. Los monasterios y conventos convirtieron la veneración a las reliquias en un pingüe negocio gracias a las contribuciones de los creyentes, dispuestos a colaborar económicamente con la esperanza de obtener una curación o alguna gracia divina. 

Si quisiéramos recoger todo lo que se ha encontrado (de la cruz de Cristo), habría suficiente para cargar un gran barco. El Evangelio atestigua que la cruz podía ser portada por un hombre. Qué desfachatez llenar la Tierra de tal cantidad de fragmentos de madera que 300 hombres no podrían transportarlo, reflexionaba en 1543 el teólogo francés Juan Calvino en su "Tratado de las reliquias". 

El Concilio de Trento (1545-1563) intentó poner un poco de orden ante tales excesos, admitiendo como válida la veneración de las reliquias cuya autenticidad quedara acreditada... difícil tarea... Y es que no resulta fácil autentificar las más de 7000 reliquias que Felipe II y sucesores se empeñaron en atesorar en el Monasterio de El Escorial. Según el cronista de la época, Fray José de Sigüenza, había de todo: espinas de la corona de Cristo, parte de los clavos, huesos de Santos, brazos enteros, ropajes, etc. 


Reliquia de la cabeza de Santa Catalina en Siena



Algunos Santos tienen tantos huesos -presuntamente- dispersos por el mundo que si tuviéramos que volver a montarlos nos sobrarían piezas: hacia 1900, circulaban por Europa más de 15 supuestos prepucios del niño Jesús, lo que obligó a la Santa Sede a prohibir su veneración!

Veamos en la segunda parte de esta entrada algunas de las reliquias más curiosas que circulan por el mundo.




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