miércoles, 11 de enero de 2017

EXPOLIO EN LA BIBLIOTECA DIOCESANA DE ZAMORA: cuando el ladrón es uno de los nuestros...


La Biblioteca Diocesana de Zamora cuenta con un importante patrimonio bibliográfico, que fue objeto de expolio entre los años 1994 y 1996.

La trama para despojar al Archivo de la Diócesis contaba con un bibliógrafo cordobés y un sacerdote, a la sazón el entonces director del archivo. El particular, aprovechando sus conocimientos profesionales, solicitaba del director del archivo los libros que consideraba podían ser susceptibles de venta en el mercado, los cuales eran sacados de la biblioteca por el sacerdote. Respecto de los incunables, los cuales se encontraban depositados en un armario dentro del despacho del obispo cuya llave estaba en poder del secretario, el director de la biblioteca los solicitaba, devolviendo posteriormente otros libros aparentando ser los mismos, no sospechando nada el secretario, que sólo anotaba la salida y devolución de los libros, pero sin comprobar que efectivamente los que se devolvían eran los mismos que se habían sacado.

Posteriormente los libros eran entregados por el sacerdote al bibliógrafo, quien procedía a su "limpieza", borrando todos los sellos o ex-libris que pudieran facilitar su identificación, y realizaba la  venta, tanto a particulares como a librerías especializadas.

De esta manera, desaparecieron un total de 466 obras, de las cuales 10 de ellas eran incunables. 

Ambos fueron condenados por un delito de hurto, acordándose en la sentencia la devolución de todos los libros adquiridos por los terceros de buena fe, al considerar que los mismos formaban parte del patrimonio cultural, y por tanto quedaban fuera del comercio, y sin perjuicio de las indemnizaciones que procedieran a favor de aquellos que los habían adquirido desconociendo su origen ilícito.

Lamentablemente, no es el único caso de expolio del patrimonio cultural que ha contado con colaboración desde dentro. Más allá de la negligente, que no delictiva, participación del secretario del obispo, quien obvió todas las medidas de seguridad para comprobar la devolución de los incunables -probablemente por la confianza que le inspiraba el director del archivo diocesano- lo cierto es que en estos casos resulta difícil prevenir los ataques contra los bienes culturales: todas las medidas de seguridad que se puedan establecer fracasan cuando los encargados de custodiar las obras de arte son precisamente los que contribuyen a su expolio de manera directa...

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