sábado, 14 de enero de 2017

LOS ABD-EL-RASUL DE GURNA: expoliando en familia

Gurna, Luxor (Egipto)
Los saqueos de las tumbas de los faraones egipcios aparecen recogidos en antiguos papiros, documentándose diversos procesos judiciales por robo. Durante el Reino Nuevo, varios reyes fueron sacados de sus  tumbas ya expoliadas y escondidos en una tumba tallada en la roca en Deir el Bahari. La noticia sobre la existencia y ubicación de esta cachette pasó desapercibida en los siglos posteriores, hasta su descubrimiento casual en el último tercio del siglo XIX por la familia Abd-el-Rasul, habitantes de la aldea de Gurna, que dieron por azar con un auténtico filón. 

Dada la magnitud del hallazgo, la familia decidió mantener el secreto e iniciar un discreto pero lucrativo negocio vendiendo de vez en cuando alguna pieza menor del ajuar funerario. Pero pronto se hizo evidente que en alguna parte se había producido un hallazgo importante, dados los objetos que iban apareciendo en el mercado. Tras una exhaustiva investigación por parte de los responsables del Museo egipcio de El Cairo, se pudo relacionar a la familia Abd-el-Rasul con el saqueo de la tumba, pero el proceso no fue fácil.

El jefe del clan fue detenido e interrogado por el mudir de Keneh, el pachá Daoud, famoso por sus persuasivos métodos de interrogación. El sospechoso negó la acusación, siendo respaldado por todos los habitantes de Gurna, que proclamaron sin ningún pudor que entre la muy honesta comunidad, la familia Abd-el-Rasul era la más honesta de todas. Ante la falta de pruebas, el sospechoso fue puesto en libertad, pero un mes más tarde, uno de los miembros más jóvenes de la familia -en un inesperado ataque de conciencia- confesó ante el mudir. Emile Brugsch fue enviado por el Museo para investigar el asunto, y en julio de 1881 accedió a la tumba escondida (la denominada DB 320), encontrando los restos de algunos de los más famosos reyes del antiguo Egipto, intactos en el lugar donde habían sido resguardados tres mil años antes por los sacerdotes. La tumba se vació de manera apresurada en solo 48 horas, y los reyes fueron embarcados en una lancha por el Nilo hasta El Cairo.

Cuenta la historia que, mientras la lancha seguía su curso río abajo, los hombres de las aldeas vecinas dispararon sus rifles al aire, mientras las mujeres se mesaban los cabellos y lanzaban el tradicional grito de lamento por los muertos, como si de un funeral se tratase. Los pocos escrúpulos que habían demostrado a la hora de saquear las tumbas, se convirtieron en sentidas señales de respeto y duelo ante la marcha de sus reyes.

El funcionario de la aduana de El Cairo no mostró el mismo respeto ante la llegada de la mercancía: al no contar con ninguna tasa específica para "momia", aplicó la correspondiente a "pescado seco"¡

Por cierto, años después, la familia volvió a saltar al estrellato: el 4 de noviembre de 1922, el pequeño Husein Abd-el-Rasul colaboraba con la cuadrilla de Howard Carter en la búsqueda de la tumba de Tutankamón, acarreando agua para los trabajadores. Al depositar una de las jarras en la arena, descubrió por casualidad el primer peldaño de la escalera que conducía a la tumba, propiciando así el que probablemente es el más famoso descubrimiento de la egiptología. Los Abd-el-Rasul parecen tener un instinto especial para encontrar tumbas perdidas...


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