sábado, 7 de enero de 2017

MONASTERIOS DE SACRAMENIA Y OVILA: cuando el coleccionismo se convierte en expolio

Portada de la iglesia del monasterio de Ovila. San Francisco
¿Cómo acaban dos monasterios cistercienses españoles en California? La respuesta viene dada por la confluencia de dos factores: la codicia de unos y la despreocupación e ignorancia de otros.

Ambas variables convergen en el caso de los monasterios del siglo XII de Sacramenia (Segovia) y Ovila (Guadalajara), en la actualidad en Estados Unidos, ostentado el dudoso honor de ser los edificios más antiguos del país.

El monasterio de Ovila, fundado por Alfonso VIII de Castilla, fue clausurado en 1835, pasando a poder del Estado, el cual se despreocupó completamente del edificio. En 1927, los terrenos adyacentes al monasterio fueron adquiridos por un particular, quien tuvo la desgracia -al menos para nosotros- de conocer a un afamado personaje con fama de erudito e hispanófilo, el norteamericano Arthur Byne, un marchante de arte (más bien un depredador) que trabajaba en España al servicio de coleccionistas millonarios, uno de ellos el magnate William Randolf Hearst (el Ciudadano Kane de Orson Welles). Hearst, al igual que otros millonarios norteamericanos del momento, deseoso de sumar a su considerable fortuna un áurea de intelectualidad y respeto social, se lanzó a invertir en cultura, importando de Europa todo lo que caía en su poder. Byne fue el encargado de contribuir a este proyecto, y en marzo de 1931 el monasterio pasó a ser propiedad de Hearst por el ridículo precio de 85.000 dólares, más los 400.000 que costó el desmontar piedra a piedra el edificio y su traslado a California en barco (en concreto 11 barcos) desde Valencia. Lo más triste es que el monasterio nunca fue reconstruido por Hearst, y sus restos permanecieron durante mucho tiempo dispersos en el Golden Gate Park de San Francisco.

Idéntica fortuna sufrió el monasterio de Sacramenia, por el que Hearst pagó en 1925 40.000 dólares. Su claustro y su sala capitular terminaron reconstruyéndose en Miami. 

Ninguno de los monumentos fueron finalmente destinados al emplazamiento ideado por Hearst (sus mansiones y castillos).

Ironías de la vida: el entonces gobierno español de Primo de Rivera otorgó a Byne la cruz del mérito civil por "su contribución a la difusión de la cultura española".

Lamentablemente, no son los únicos casos de expolio cultural disfrazado de venta. Uno de los expolios arquitectónicos más importantes de nuestro patrimonio se produjo en 1904 con la salida de España del patio renacentista del Palacio de Vélez Blanco (Almería), por el módico precio de 80.000 pesetas, finalmente donado al Metropolitan Museum de Nueva York, donde actualmente se exhibe. 




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