Obelisco Place de la Concorde. París |
Templo de Debod. Madrid |
El intercambio de regalos entre los Estados es una práctica que se remonta milenios atrás. Muchas de las obras de arte que hoy en día se encuentran fuera de su lugar de origen responden a esta tradición, actualmente rechazada desde muchos sectores en cuanto a lo que suponen de expolio encubierto. Algunos de los ejemplos más conocidos son el caso del obelisco egipcio que preside la Place de la Concorde en París y los templos diseminados por distintas ciudades procedentes de la zona nubia de Egipto.
En 1830, el virrey de Egipto, Mehmet Alí, ofreció a Francia uno de los dos obeliscos erigidos a la entrada del templo de Luxor. Tras una ardua labor de ingeniería, el obelisco llegó a París en 1834, siendo instalado en la Place de la Concorde, donde actualmente permanece. Lo absurdo de la operación resulta patente: el obelisco que permanece in situ en Luxor, pareja del ofrecido por Egipto, quedó huérfano, mientras que su "compañero" se encuentra exiliado y fuera de contexto en una plaza de una ciudad europea. Y el absurdo alcanza su más alta cuota cuando descubrimos que Francia ofreció, a cambio del regalo recibido, un reloj a Egipto, instalado en la Ciudadela de El Cairo, reloj que -según los habitantes de la ciudad- nunca funcionó...
Otro de los casos más conocidos de regalos de obras de arte entre Estados es el relativo a los templos nubios de Egipto. Entre 1959 y 1970, los gobiernos egipcio y soviético llevaron a cabo la construcción de la Presa de Asuán, con la finalidad de evitar las inundaciones derivadas de la crecida anual del Nilo, que en función de su caudal ocasionaba no pocos desbordamientos de las aguas. La construcción de la presa implicaba que muchos templos del Antiguo Egipto quedarían sumergidos por las aguas, lo que motivó una labor de salvamento propiciada por la Unesco que contó con la colaboración de varios países. En agradecimiento, Egipto regaló varios de esos templos: el templo de Dendur, actualmente reconstruido e instalado en el Museo Metropolitano de Nueva York; el templo de Taffeh, actualmente en Leiden (Holanda), y el templo de Debod, reconstruido al aire libre en Madrid. Todos ellos, fuera de su contexto original, tanto geográfico como cultural, lo que dificulta enormemente su interpretación y entendimiento. Más habría valido que, al igual que otros templos, hubieran sido salvados y trasladados a un emplazamiento cercano, en vez de diseminarlos por el mundo a miles de kilómetros de su lugar de origen...
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